martes, 14 de enero de 2014

¿Seguís planeando la casa en la Costa de Oro o en la Rambla? Quizás te convenga investigar un poco...

Dedicado a todos los amigos que sonríen ante mis prevenciones respecto a la residencia costera...

The New York Times
http://nyti.ms/19qdWeA

Más seriamente, ¿se seguirá permitiendo en ese país la construcción en zonas costeras en riesgo ante el avance del cambio climático? Quiero decir, no las que eran inundables el siglo pasado (quiero decir el siglo XX, por las dudas) sino las que nuestros hijos verán bajo agua antes de envejecer demasiado.

Una joyita de "razonamiento práctico" para transmitir un argumento a un oyente no especialmente miope:

"People considering whether to buy or rebuild at the storm-damaged Jersey Shore (sustituir por ...frente costero de Malvín-Playa Honda?, Lagomar? La Floresta?, Piriápolis?, Portezuelo?, La Balconada?, Punta del Diablo?), for instance, could be looking at nearly a foot of sea-level rise (poco más o menos?) by the time they would pay off a 30-year mortgage, .... That would make coastal flooding and further property damage considerably more likely than in the past."

martes, 12 de febrero de 2013

Sigo recomendando de la misma fuente (NYT); es que me cuesta sustraerme al estilo riguroso y balanceado (o quizás soy demasiado ingenuo y simplista):

http://nyti.ms/X0vogT 


En los círculos de economistas muchos pensarán luego de leer la nota que hace falta más investigación basada en diseño experimental. Algunos se inclinarán por más estudios construídos para compara niños y adolescentes "tratados" (expuestos a los video juegos) con adecuados "grupos de control" (lo que parece complicarse cada vez más en un país donde el 80% de la población de interés ya está "tratada"). Otros pensarán que es necesario diseñar "experimentos" más creativos, estimulando a jóvenes en edad liceal con juegos violentos y verificando si están dispuestos a infligir mayores o menores agresiones (¿dar salsa picante a un compañero de clase que no la soporta? por qué no preguntar por ¿"llevar un arma cargada al liceo y darle cuatro balazos al que te dejó en ridículo con la compañerita que te gusta"? ¿hay algún riesgo de que la sugerencia estimule a algún sujeto del experimento a realizar la agresión? ¿cuántas vidas hipotéticamente salvadas por mejores regulaciones de la violencia en los juegos de video equivalen a un estudiante muerto por un sujeto de experimentos? ¿existe un tradeoff entre validez externa del experimento y probabilidad de que contribuya a provocar una verdadera muerte violenta? ¿son los economistas los mejores árbitros de estas cuestiones, y los mejores intérpretes de los resultados de los experimentos?). Quizás en esta materia pueden profundizarse algunos debates sobre los límites de las políticas basadas en evidencia, y la actual fascinación de los economistas con las estrategias empíricas de corte "experimental".

viernes, 18 de enero de 2013

Lamentablemente, a veces es necesaria otra evidencia dolorosa para que cambien predisposiciones ideológicas arraigadas en la opinión pública, y puedan cambiar políticas perversas:

http://www.nytimes.com/2013/01/18/us/poll-shows-school-shooting-sways-views-on-guns.html?smid=pl-share


martes, 18 de septiembre de 2012

Quizás algún día...

Quizás algún día, desde este blog u otro, contemos con algo similar para el Uruguay o de alcance regional...?

Una muy buena idea concretada por hermanos del Plata:  www.chequeado.com

domingo, 10 de abril de 2011

Coincidentemente, nota de El País (UY) ...

Nota de Pilar Besada y Pablo Meléndez en El País de hoy muestra que varios actores calificados reconocen la conveniencia de medidas diferenciadas (y más tratamiento que encarcelamiento) para menores infractores, pero en Uruguay también el desafío parece disponer de los recursos materiales. O no solo...? No habrá que hacer nuestros propios cálculos de costo-beneficio?

Edad de imputabilidad

Cuando se discute sobre "bajar la edad de imputabilidad" suele aludirse, en última instancia, a la edad a la que debería considerarse "adultos" a los infractores de la ley (porque la discusión suele estar desconectada de la edad a la que debería considerarse adultos a los ciudadanos a otros efectos --por ejemplo, para tener derecho a elegir autoridades políticas, adquirir legítimamente bebidas alcoholicas, etc.).

En ese sentido, puede ser util considerar la tendencia reciente en los Estados Unidos, la cual refleja experiencias y análisis acumulados (o sea, de alguna forma se basa en evidencias). La siguiente nota, publicada en el New York Times el pasado 5 de marzo, aporta entonces elementos útiles para debates que tienen lugar hoy en Uruguay:



(Traducción propia, casi total, del artículo)

Una generación después que niveles record de criminalidad juvenil desencadenaran un movimiento nacional para juzgar más adolescentes como adultos, un consenso está emergiendo que muchos delincuentes juveniles han sido manejados inadecuadamente por el sistema de justicia para adultos.

El año pasado, Connecticut dejó de tratar a todos los acusados de 16 años como adultos, y el año que viene hará lo mismo con los de 17 años. Illinois recientemente transfirió algunos delincuentes de baja peligrosidad, menores de 18, al sistema para menores. Y en enero, legisladores en Massachusetts introdujeron una ley para elevar la mayoría de edad en materia criminal, y sus colegas en Wisconsin y Carolina del Norte planean hacer lo mismo.

A fines de año, Nueva York podría ser el único estado donde la adultez, en cuestiones criminales, comienza al cumplir 16 años.

Los cambios siguen a estudios que concluyeron que adolscentes mayores difieren significativamente de los adultos, en su capacidad de tomar decisiones sensatas, y se benefician más de sistemas enfocados en el tratamiento más que en el encarcelamiento.

Un informe de 2010 de la comisión judicial de menores al gobernador, James E. Doyle, y a la Legislatura, encontró que “para muchos, sino la mayoría de los delincuentes jóvenes, el sistema judicial de menores es más capaz de reorientar su comportamiento”, en gran prate por la mayor disponibilidad de servicios sociales.

La mayoría de los estudios señalaron una decisión de 2005 de la Suprema Corte de los Estados Unidos, en el caso de Roper vs. Simmons, que hizo ilegal la pena de muerte para acusados menores de 18 años al momento de cometer sus crímenes, debido a “las diferencias generales” que los distinguen de los adultos –una carencia de madurez, mayor susceptibilidad a la presión de pares, y un carácter menos desarrollado.

Es más caro juzgar un acusado en una corte de menores, y los opositores a los cambios cuestionan esos costos en momentos que los estados enfrentan profundos déficits fiscales. En la cámara de Representantes de New Hampshire, los legisladores votaron abrumadoramente en 2008 por elevar la edad a la que los adolescentes son considerados adultos, de 17 a 18, pero la ley fracasó en el comité de hacienda por los costos proyectados.

En Carolina del Norte, donde las propuestas han fracasado en las últimas dos legislaturas, la discusión ha sido en gran medida sobre dinero. “No tiene sentido tomar un sistema que todos los expertos consideran que no tiene recursos para hacerse cargo de los niños, y entonces agregarle dos grupos de edad adicionales”, dijo Edmond W. Caldwell Jr., vicepresidente y asesor general de la Asociación de Comisarios de Carolina del Norte, quien se opuso a la legislación para mandar a los jóvenes de 16 y 17 años a la justicia de menores.

Un análisis del Instituto Vera de Justicia, un grupo sobre justicia penal que ha promovido alternativas a la prisión, encontró que transfiriendo alrededor de 31 mil menores de 16 y 17 años al sistema de menores de Carolina del Norte costaría aproximadamente 71 millones de dólares anuales, pero generaría 123 millones anuales por año en beneficios, asumiendo que habrían menos arrestos en el largo plazo, y menos gente en las cárceles y prisiones.

Cada estado mantiene un sistema de justicia y detención para menores y otro para adultos. El sistema de menores generalmente tiene mayores relaciones empleados/detenidos, y programas que se enfocan en el tratamiento y la rehabilitación. Los antecedentes de la justicia de menores son confidenciales, haciéndole más facil a los jóvenes que no cometen delitos como adultos conseguir trabajo, postular a viviendas subsidiadas y recibir ayuda financiera para la universidad.

Treinta y siete estados, el Distrito de Columbia y el gobierno federal ya han fijado la edad de responsabilidad criminal adulta en 18 años. Once estados han fijado la edad en 17. Nueva York y Carolina del Norte son los únicos que fijan la edad a los 16.

En 2008, el año de la más reciente estimación por parte del Departamento de Justicia, las agencias de seguridad hicieron alrededor de 2.1 millones de arrestos de jóvenes menores de 18 años, y la mayoría de esos casos involucraban a menores de 16 y 17 años. Los datos también muestran una drástica reducción de los arrestos desde mitad de los 1990s: habían alrededor de 2.9 millones de arrestos de ese tipo en 1996, cuando la población menor de 18 era más chica que la actual.

A pesar de una larga historia de políticas “liberales” en el sistema judicial de Nueva York, muchos aspectos del sistema subsisten desde la época en que la delincuencia expulsó gente hacia los suburbios y aún más lejos.
Nueva York lideró el cambio hacia el mayor castigo a los menores, después que un menor de 15 años llamado Willie Bosket disparó y mató a dos personas en el subte en 1978. Bosket recibió una condena de 5 años, el máximo para un menor, provocando la furia pública. Los legisladores rápidamente aprobaron la Ley de Menores Infractores, que redujo la edad para ser juzgado como adulto a 13 años en todos los casos de homicidio, y 14 para otros delitos mayores; la edad fue mantenida en 16 para otros delitos.

En las dos décadas siguientes, casi todos los estados y el Distrito de Columbia aprobaron leyes que incrementaron el número de menores infractores que podrían ser enviados a juzgados de adultos, ya sea reduciendo la edad de responsabilidad criminal o aumentando el número de delitos por los que los menores pueden ser juzgados como adultos, con la mayoría de los cambios registrados en los 1990s.

Aún cuando la tendencia está siendo revertida, todos los estados mantienen la capacidad de juzgar menores especialmente violentos como adultos, en algunos casos sin límite mínimo de edad. Pero esos casos constituyen una fracción minúscula del total de casos de menores en el país en conjunto. En 2007, hubieron menos de 9 mil casos de menores que fueron transferidos a juzgados de adultos, de casi un millón de procesamientos de menores, según la estimación más reciente del Departamento de Justicia.

En Nueva York, donde 45.873 jóvenes de 16 y 17 años fueron arrestados el año pasado, proponentes de elevar la edad de responsabilidad criminal adulta han tratado de promover la cuestión en los últimos 2 meses. Asesores del Gobernador Andrew M Cuomo no respondieron inmediatamente a preguntas acerca de su postura sobre este tema.

En enero, un comité asesor del Gabinete de la Infancia, un grupo de funcionarios estaduales con responsabilidades en materia de menores, publicó un informe convocando a un grupo especial para estudiar el aumento de la edad.

Alrededor de esa fecha, miembros del comité de la niñez de la Asociación Legal de Nueva York (Bar Association) redactaron legislación para establecer ese grupo especial, y están buscando apoyo de legisladores y la oficina del gobernador. Michael A. Corriero, un juez retirado que encabeza el juzgado especial de Manhattan para infractores de 13 a 15 años que fueron juzgados como adultos, afirmó en una audiencia de un comité del Consejo de la Ciudad que el actual sistema no es efectivo.

(…)

Un caso el mes pasado en la justicia de adultos de Manhattan, referido a un jóven de 17 años que admitió haber hurtado de un comercio, ilustra los dilemas y costos involucrados. El juez le ofreció al adolescente una opción: un programa de tratamiento anti-drogas con internación, o una sentencia de uno a tres años en prisión. El juez había revisado una evaluación de un asistente social que detallaba una historia personal de robos menores, internaciones por problemas psiquiátricos, abuso de drogas y castigos del novio de su madre, pero ninguna sentencia que refiriera a violencia.

El jóven, que tenía 16 cuando robó prendas de vestir de una sucursal de Filene’s Basement y medicamentos para la gripe de Duane Reade, sopesó sus opciones. Sabía que el seguro de su madre no cubriría los seiscientos dólares del programa de rehabilitación. Pero si hubiera estado en un juzgado de menores, el juez podría haberle ordenado asistir al programa, con todos los costos pagos por los contribuyentes. 

Eligió la prisión. “Porque no tengo Medicaid, el gobierno no iba a pagar por el programa”, dijo el joven desde un salón de video-conferencia en la prisión de Rikers Island. Habló a condición de que se mantuviera su anonimato, porque el juez estuvo de acuerdo en que el antecedente de su reclusión fuera confidencial.

 “Este es un ejemplo doloros del problema con la ley actual, que literalmente pone esposas a jóvenes de 16 y 17 años tanto como a los jueces en juzgados penales”, dijo Steven Banks, abogado principal en la Sociedad de Asistencia Legal, que representó al jóven.